Sunday, December 16, 2012

Dicotomías falsas

SOMETHING FROM NOTHING ? [OFFICIAL] Richard Dawkins & Lawrence Krauss [HD] 02-04-12

Si bien ya he expresado Lo que comparto con Richard Dawkins..., ahora quiero expresar algo que no comparto con su posición —de hecho aquí trataré de explicar un par de puntos en los que disiento de su posición.

Una dicotomía es un conjunto de dos alternativas mutuamente excluyentes y conjuntamente exhaustivas. Es decir, o es una o es otra alternativa y eso define la totalidad de posibilidades. Una dicotomía tiene aplicaciones legítimas, por ejemplo en el lenguaje lógico o el matemático, pues asiste a la expresión clara y precisa de conceptos en un discurso donde el rigor es crucial.

Por otro lado, la aplicación rigurosa de dicotomías en el lenguaje común, para algunos casos, me parece ilegítima. Por ejemplo, “estás conmigo o estás contra mí”, “el que no está conmigo está en mi contra”, “si no estás conmigo, entonces eres mi enemigo”, “o es negro o es blanco, no hay tonos de gris”. Si el contexto de tales expresiones incluye la intención de establecer un muro infranqueable que divide a un “ellos” de un “nosotros” en un exagerado sentido sectario o partidista, entonces ocurre una dicotomía falsa —también llamado un falso dilema.

Las dicotomías falsas pueden ocurrir en muchos campos, como la ciencia, la religión, la política, la economía, etc. Campos tan profundos, con historiografías tan amplias, cuyas interdependencias abarcan casi todas las sociedades en este mundo globalizado, que simplemente no se puede justificar una dicotomía en su pretensión de dividirnos.

Las dicotomías son útiles para separar ideas y conceptos, pero las dicotomías falsas son dañinas cuando separan personas.

Un grave problema con las dicotomías falsas consiste en la presión ejercida sobre el individuo para tomar partido de manera forzosa, para elegir sólo una de las alternativas presentadas. Si el individuo toma partido, descartando por completo una de las alternativas, entonces pierde la oportunidad de profundizar en la otra. Esa decisión implica perder la oportunidad de conocer una enorme parte de su propia humanidad. Para esclarecer la dimensión del problema pondré la siguiente analogía: en las neurociencias hay una dicotomía legítima entre el hemisferio cerebral derecho y el izquierdo, y que sirve para el estudio anatómico del cerebro; pero una dicotomía falsa pretende dividir a las personas dependiendo de los rasgos de su personalidad ya sea en o “analíticos” o “creativos”, o al aplicar etiquetas parecidas para dos grupos separados y excluyentes. Quien tome decisiones basadas en esa dicotomía falsa, o imponga esas etiquetas sobre las personas, comete un grave error pues esa dicotomía falsa no proviene de las neurociencias sino de la descuidada interpretación popular. Además, si fuese cierta entonces por salud y eficiencia podría extirparse un hemisferio a las personas que se dicen o sólo “artistas” o sólo “científicos” pues tal hemisferio no cumple ninguna función. Nada más absurdo.

El mismo problema ocurre al pretender aplicar a las personas una dicotomía falsa con etiquetas como “científico” o “religioso” sin posibilidad en una persona para la coexistencia armónica de interpretaciones justificadas de ambos campos de estudio. En la conversación del video referido Richard Dawkins excluye al estudio teológico de manera terminante del grupo de materias conocido como Humanidades. Lo dice durante la sección de preguntas y respuestas del público; a partir del momento 1:40:32 para ser preciso; aunque más adelante intenta ajustar o matizar su desliz. El comentario subsiguiente de parte de Lawrence Krauss, sobre el mismo tema, aclara que para él no existe dicotomía entre ciencia y humanidades, al parecer tampoco para Dawkins excepto por la teología. Me temo que Dawkins fue descuidado al hacer semejantes declaraciones provenientes de un ateísmo militante ciego y recalcitrante, declaraciones palpablemente cargadas de enorme ignorancia de la teología, y de su desarrollo contemporáneo por el cual existen muchas teorías teológicas, como el naturalismo religioso, donde el concepto de lo sobrenatural está ausente.

Esa posición recalcitrante es el primer punto en el que disiento de su posición. ¿No está presente ese mismo dogmatismo exagerado en lo peor de la teología que intenta denostar? ¿No está errando del mismo modo que critica? Esa posición es precisamente la que apunté tanto en religiosos ignorantes de ciencia como en científicos ignorantes de religión en mi texto: La religión, la ciencia y, sus campeones.

El segundo punto de mi divergencia con la posición de Richard Dawkins es su embriaguez con “La Verdad”, por la cual insta a un militante “proselitismo ateísta”. Un enamoramiento o enajenamiento con la verdad científica sobre la cual basa su llamado a “salvar” a los demás para gloria de dicha verdad. Tal posición se puede observar en el momento 1:42:20 del video referido. Esta posición sirve precisamente como evidencia para los argumentos de aquellas facciones del posmodernismo que rechazan la arrogancia de algunos científicos con la cual pisotean toda diversidad cultural que no rinda culto a “La Verdad científica”. De eso reflexioné en mi texto: ¿El maligno posmoderno?

Aprendo mucho de todo lo demás que Richard Dawkins dice, fuera de esos dos puntos, en su papel de biólogo y científico divulgador del pensamiento de Charles Darwin.

Friday, December 14, 2012

¿Nivel educativo?

Recién llegó a mi atención la pregunta: «¿Qué propones para elevar el nivel educativo en México?» Ante la cual comenté lo siguiente.

¿Nivel educativo? Pues quizá haya que partir de una clara distinción entre educación y escolarización. De otro modo, termina un mero adoctrinamiento interpretándose como “la educación”. Es decir, educación, en un sentido amplio, implica el desarrollo de las facultades del individuo y, por otro lado, escolarización implica el desarrollo del aparato escolar; el cual tiene muchas prioridades políticas y gremiales impuestas entre las cuales la educación no figura en primer lugar. Por tanto, para elevar mi nivel educativo es necesario tomar la educación personal en mis propias manos. Los rasgos intelectuales de la investigación científica y filosófica ya están presentes desde la infancia humana, si de educación hablamos —y no sólo de escolarización— entonces los pasos más importantes para elevar el nivel educativo no están en manos de los “líderes” sino en las propias.

Para elevar el nivel educativo es necesario, además, reconocer que quienes necesitan más educación no son los niños sino nosotros los “adultos”. Así, lo relevante para elevar el nivel educativo no es hablar de educación sino de re-educación, pero no una re-educación conducida por otros sobre el individuo sino una conducida ahora por la propia persona. Por eso empecé por mí mismo, y por lo cual apoyo el concepto de «Universidad popular» como complemento a lo que podamos recibir de los sistemas escolarizados. Más detalles aquí: Re-educación.

Sunday, December 2, 2012

Un cinismo conservador

El delito de secuestro implica un infierno indeleble para una familia. Tan sólo un vago intento por imaginarlo produce un horror profundo. Imaginar a un miembro de la familia como rehén, indefenso e inerme, en manos de algún grupo criminal impone la brutal pregunta ¿cómo proceder ante semejante posibilidad? Definitivamente una situación donde se requiere toda la adultez posible y tanta madurez emocional e intelectual como se haya desarrollado a la fecha.

El nivel de dolor por la pérdida de la libertad y el abuso sobre una persona sólo sería comparable con el nivel de alivio cuando dicha libertad es recuperada y el abuso termina. Sospecho que entre más detalles se conozcan y más cercanía haya con un caso de secuestro más intensamente se experimentarían esos niveles de dolor y alivio. Así mismo, entre menos se conozca de un caso entonces la idea del secuestro tendería a permanecer en lo abstracto del delito que le sucede a algún otro, “allá, en algún lugar en la sociedad”, y por suerte de una conveniente coyuntura se justifica la actitud que llamo un «cinismo conservador». Actitud por la cual un tema abrumador es despachado de un solo plumazo con frases como “No te desgastes pensando, especialmente pensando en cosas de las que no tienes ningún control.

¿Hasta qué punto es cierto el cinismo conservador? Parece definitivo que no es una posición en contra pero hasta qué punto es una posición en favor de la pérdida de libertad y del abuso sobre las personas. ¿Cuánto aporta el cinismo conservador al problema? ¿Habrá alguna situación, en una esfera y escala distinta, que pueda ayudar a aproximarnos a posibles respuestas? Quizá si pensamos en otras formas de pérdida de libertad y abuso sobre las personas podremos seguir indagando este tema que el cinismo conservador descarta como “pérdida de tiempo”.

El secuestro que ejercen algunas sectas religiosas sobre las personas que no tienen su sentido crítico desarrollado podría servir para nuestra indagación. Ese tipo de secuestro es suficientemente complejo para no pasar como trivial y no tiene el mismo nivel de dolo que el secuestro por rescate; además, es suficientemente frecuente para empujarnos a reflexionar sobre nuestra participación en el mismo.

Las sectas religiosas en cuestión imponen diferentes tipos de restricciones a la libertad de sus miembros y en una variedad de aspectos, desde la esfera de lo psicológico, lo económico, lo conductual y en no pocos casos hasta en la esfera de las relaciones sentimentales y sexuales. El abuso no aplica para quien tiene la capacidad para decidir con plena conciencia y decir no. El caso de estudio aplica precisamente para quien está indefenso e inerme ante la situación y no tiene la capacidad mínima para salir por sí mismo de ella; es decir, es un rehén de la secta religiosa. Este es el caso, por ejemplo, tanto de los infantes que son declarados miembros de la religión de sus padres como lo es de aquellos adultos quienes son adoctrinados sin tener plena conciencia de lo que hacen y que quizá ni siquiera se les permita desarrollar esa conciencia.

En este punto podría estar claramente implicado que una gran parte de la población sería rehén de algún tipo de secta o religión de corte dogmático y autoritario. La cantidad y la proliferación de dichos grupos religiosos es un hecho que requiere reflexión y análisis para llegar a una opinión balanceada sobre el origen y los propósitos de esos grupos.

Por supuesto, y aquí llego a la médula del tema, esta indagación exige hacernos preguntas, quizá incómodas, como ¿cuán libre realmente soy?, ¿qué evidencia hay para saber que no estoy mintiendo a mí mismo al creer que soy libre?, ¿puedo pensar y actuar más allá de los límites de lo culturalmente establecido?, ¿hasta qué punto se justifica decir que si creo que el cinismo conservador es cierto entonces soy responsable indirecto de actos como los cometidos por las sectas religiosas?, ¿será cierto que no puedo hacer nada ante la pérdida de mi libertad de conciencia y ante el abuso sobre mí por parte de intereses de terceros?

Hay buenos libros sobre los rasgos comunes de las sectas peligrosas, y esos libros pueden ayudar a saber si uno es parte de una secta de ese tipo. Uno de esos rasgos consiste en mantener como objetivo una supuesta “pureza moral”. Recién reflexioné sobre esa idea y algunas de sus perniciosas consecuencias: ¿Pureza moral?

Quizá el concepto de secta religiosa no deba restringirse a las de corte religioso pues no son las únicas sectas peligrosas. ¿No acaso son también peligrosas otras sectas de naturaleza socioeconómica o política? Pero esa indagación la continuaré después.

¿Pureza moral?

Como parte de una cultura local en particular, a lo largo de la vida, he heredado mi ración de datos culturales pero no de una manera completamente precisa, ordenada y personalizada de acuerdo a mis rasgos cognoscitivos propios, sino de una manera tal como haber sido arrojado bruscamente a la agitada corriente de un río; en el que, para sobrevivir, debí asirme de quien estaba más cerca de mí y que también era llevado por la fuerte corriente cultural. Por supuesto, dicha herencia no llega con una organización debida sino como una mezcla de fragmentos de datos, preconcepciones, contextos implícitos, etc., todo como parte de un caldo de cultivo cultural a partir del cual debo intentar mis interpretaciones de la realidad.

Mi cultura local puede pensarse como un derivado o como en efecto de la así llamada, de manera general, «cultura occidental» pero más por la enorme influencia histórica del cristianismo que por su aspecto proveniente del Siglo de las Luces —o Ilustración. Tras un poco de reflexión no es difícil para mí encontrar en mi memoria la secuencia de interpretaciones que he hecho de las facetas que me ha tocado ver o vivir del cristianismo en general —enfatizo en general pues no parece haber —desde su origen histórico— un solo cuerpo de creencias, monolítico, al cual llamarle “la” religión cristiana, tal que es más propio pensar “las religiones cristianas” cuando se dice “cristianismo”.

Recién llegó a mi atención el texto: Why I'm No Longer A Member of the City Of Angels International Christian Church, y en español: El Porque Yo Salí De La Iglesia De Kip McKean, el cual, al parecer, reporta un caso más de abuso y desencuentro en la relación entre un individuo y los prelados jerárquicos dentro de una religión organizada e institucionalizada, la cual ha sido derivada a partir de una más de tantas otras interpretaciones descuidadas del cristianismo. En este caso conozco esa interpretación en particular pues por algún tiempo durante mi juventud la compartí con otras personas, con exacerbado entusiasmo típico de la inmadurez juvenil.

No pocas interpretaciones descuidadas del cristianismo, a lo largo de su historia, han sido causa de ese tipo de abuso de unos cristianos sobre otros cristianos —y sobre todo aquel que se deje. No hay ninguna sorpresa en este caso pues también representa al cristianismo en su más popular expresión. Y me parece que las características implicadas de todos los personajes del caso sí corresponden con las de cristianos verdaderos. Es decir, cristiano no sólo es aquel que se comporta “bien” sino también todo aquel que tiene “fe” —según algunas interpretaciones. Claro, también hay otras interpretaciones puritanas que requieren la “regeneración espiritual” como condición para ser cristiano. Otras requieren el acatamiento ceremonial de tradiciones rituales llamadas “sacramentos”. Y aun hay otras que requieren beber veneno y asir serpientes venenosas para poder ser cristiano, pues así lo afirmó uno de los tantos Jesucristos en el Nuevo Testamento.

Hay manera, además, de justificar todos esos abusos como cristianismo legítimo pues, según algunos otros, el cristianismo es para lo peor de la sociedad (alegóricamente los cojos, los ciegos, los leprosos, los prostitutos, etc.) que pueden llegar al cristianismo para ser sanados por fe y cobijarse bajo la siempre presente frazada del amor —sin importar qué hagan, excepto lo que la ortodoxia del liderazgo en turno no este dispuesta a tolerar.

Algunas facetas del cristianismo, históricamente, han tenido mucha dificultad para entender o aceptar la diversidad. De ahí, en parte, proviene ese impulso por lograr una cierta “pureza” dentro del cristianismo, y ese impulso ha provocado de vez en cuando en la historia una serie de “movimientos” o “avivamientos” que buscan hacer algo al respecto de esa diversidad pues la heterodoxia se interpreta como un problema grave para esas facetas del cristianismo. Supuestamente, debido a que la heterodoxia “no agrada a Dios” —sin embargo, es curioso notar que, en la historia del cristianismo, toda ortodoxia fue primero una heterodoxia.

Me parece interesante entender esa disposición por hacer algo al respecto de los problemas que se perciben en religión; en específico al respecto de problemas doctrinales o de sistemas de creencias. Pero, para aclarar, no me parece relevante la posición religiosa al respecto de problemas de hecho —de esos se puede hacer una reflexión más amplia en el campo de la filosofía moral y del ejercicio ético, secular y laico. Entender la dinámica detrás de los intentos para solucionar los problemas doctrinales puede arrojar luz sobre los orígenes de lo negativo en las religiones cristianas vulgarmente interpretadas.

La religión en general es un tema importante que requiere ser estudiado y entendido —tarea nada simple. Por lo cual es importante preguntar hasta qué punto ese entendimiento ha sido el objetivo de quienes deciden hacer algo al respecto de los problemas doctrinales en religión y hasta qué punto el objetivo real ha sido establecer una ortodoxia distinta, una que favorezca principalmente a estos “reformadores” y su séquito. Ejemplos de ellos son los diferentes Jesucristos en las tradiciones textuales bíblicas, y luego otros personajes en la historia del cristianismo como Orígenes, Marción de Sinope, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Martín Lutero, John Wesley, Juan Calvino, Charles Finney, Friedrich Schleiermacher, Karl Barth o, hay que decirlo, para bien o para mal, Jim Jones, David Koresh, Kip McKean, y otros líderes religiosos carismáticos. Entender lo que han intentado lograr estos reformadores ante lo establecido en su momento en diferentes cristianismos en la historia puede también, dada la colosal influencia del cristianismo en las culturas occidentales, arrojar luz sobre la dinámica en los sistemas de creencias en política o en economía dentro de dichas culturas.

Quizá la idea de alcanzar “la pureza moral” es lo que conduce a la mojigatería detrás de estos “movimientos” o “avivamientos” religiosos que pretenden hacer algo ante “el estado pecaminoso de este mundo que desagrada a Dios”. Sin reflexionar que ese puritanismo es precisamente parte de los problemas y no de las soluciones. Mientras exista el analfabetismo ético y moral no faltarán Kips McKeans, o Jesucristos, que marquen dogmáticamente una línea imaginaria entre un humano y otro, que marquen un “ellos” separados de un “nosotros”. Para un ejemplo de esta mentalidad sectaria: Los Enemigos de la Cruz de Cristo.

Como rasgo de una conclusión provisional ante la influencia cultural del sectarismo podemos decir que un concepto muy pertinente es la madurez. No sólo al respecto del enajenamiento religioso sino al respecto de la vida y de la edad mental adulta en general. Aspiro a dejar atrás mi actual edad mental de pueril talante, y alcanzar —quizá algún día— la madurez intelectual y emocional. Sospecho que parte del proceso implica estar dispuesto a cultivar la duda sobre mis opiniones actuales, así como a estar dispuesto a aceptar que estoy equivocado en la mayoría de esas opiniones —incluyendo estas.

La religión vulgarmente interpretada es como una enfermedad que infecta lo bello, lo sublime, lo reverenciable, lo insacrificable, lo digno de devoción, y lo degenera en algo perverso, deleznable y despreciable. ¿No son casos como los aquí referidos una muestra de ello? Casos generados por interpretaciones descuidadas de los conceptos religiosos. Por ejemplo, el concepto cristiano de arrepentimiento es algo maravilloso al interpretarse a la luz de un significado amplio de una concepción filosófica del aprendizaje, en particular aprendizaje como mejora o cambio de opinión y, por ende, de conducta.

Pero un enfoque hacia el aprendizaje como el implicado por alguna tradición filosófica requiere tomar con toda calma el ejercicio de reflexión y autocrítica; algo que puede ser extremadamente difícil de practicar debido a las muchas influencias en la cultura a nuestro alrededor que insisten en afirmar su imposibilidad pues, supuestamente, no hay tiempo para eso. Las influencias culturales de exagerada orientación puramente utilitarista y cortoplacista ejercen una monumental presión sobre el individuo. Una presión a grado tal que, en los hechos y dada la frecuente evidencia de malinterpretaciones y preconcepciones, esas influencias funcionan como grilletes para la mente; por los cuales el individuo no puede pensar afuera de lo cultural y externamente establecido.

De los sectarismos religiosos, así como de otros sectarismos políticos y socioeconómicos, no se puede esperar madurez emocional e intelectual sino pura y llana obcecación.

Sunday, November 18, 2012

Ser, conocer y madurar


¡Filosofía! — un fragmento de «Una breve introducción a la metafísica y a la epistemología» de Stephen Hetherington.

«...Por ejemplo, es signo de inmadurez el creer que uno siempre tiene la razón; y esto último pudiera obedecer a una concepción errónea sobre la naturaleza de la verdad. De manera similar, resulta inmaduro –además de filosóficamente ingenuo– considerar que todas nuestras opiniones constituyen conocimiento o están sólidamente sustentadas.

...Tomarse tales interrogantes en serio infunde a veces un poco de temor. Puede aparejar el reconocimiento de que acaso estemos profundamente equivocados al sostener las opiniones que sostenemos, o incluso que pocas de nuestras creencias, si es que alguna de ellas lo es, son verdaderas, constituyen conocimiento o están sustentadas en evidencia sólida. Pero si nunca te planteas esas posibilidades, te enfrentarás al mundo como una persona mucho menos desarrollada.

...Pero el pensamiento filosófico, usado con tacto, cautela y honestidad, te puede ayudar a superarte a ti mismo. Imagina que lograses progresivamente entender y preocuparte por asuntos tales como la verdad, la evidencia, la razón, la falibilidad, la responsabilidad moral, el significado de la vida y la muerte, etc. Para tratar a los demás de manera más justa y considerada sería de mucha utilidad estar al corriente, en tus relaciones con ellos, de aspectos tales como: ‘¿Dónde se puede hallar la verdad sobre la cuestión que nos ocupa? ¿Cuál es la mejor manera de alcanzarla? ¿No podría estar yo equivocado? ¿Soy el responsable de lo ocurrido?’»

Sunday, November 11, 2012

¿La conciencia falsa?

Si alguien tiene algún interés en el conocimiento, por ejemplo si su trabajo está relacionado con algún tipo de esfuerzo intelectual —podría ser el diseño de alguna campaña de mercadeo donde se necesite conocer sobre el comportamiento humano, o podría ser el diseño de sistemas informáticos que deban comportarse de manera correcta y robusta— y también tiene especial interés en que dicho conocimiento sea confiable, y no sólo una mera opinión, entonces definitivamente necesita enterarse de lo que dicen al respecto del conocimiento personajes con apellidos como Kepler, Galilei, Copérnico, Lovelace, Newton, Einstein, Curie, Feynman, o Sagan, por mencionar algunos. Estas personas practicaron una serie de estrategias intelectuales con las que lograban respaldar una confianza nada despreciable en lo que opinaban.

Está claro que dichos personales propusieron las bases sobre las cuales está cimentada la ciencia moderna y la tecnología que hace posible que yo escriba y usted, amable lector, lea estas líneas. También está claro que ellos en particular se dedicaron al conocimiento del mundo natural, pero sus estrategias ante el conocimiento también han sido aplicadas a los campos del conocimiento de la sociedad, aplicadas por otros personajes igualmente dedicados a formarse opiniones confiables. Así que incluso al formarnos una opinión confiable sobre lo que dijeron otros, por ejemplo, Lao Tzu, Buda, Jesús, Mahoma, Gandhi, Luther King Jr., también vale la pena tomar en cuentas esas mismas estrategias pues no son exclusivas de las ciencias fácticas. Ya que los científicos, a su vez, aprendieron esas estrategias de las tradiciones intelectuales que dieron origen a la ciencia tal y como es hoy. Estrategias que se consideran en el estudio de la epistemología, para el caso del conocimiento científico, y de la gnoseología, también conocida como teoría del conocimiento, para el conocimiento en general.

¿Por qué esto es relevante? Porque tener una opinión no es lo importante sino respaldarla con conocimiento confiable. Cualquiera puede tener una mera opinión sobre asuntos importantes pero pocos han dedicado el esfuerzo para cuestionar dicha opinión, investigarla a fondo y con amplitud, y cultivar la duda sobre sus conclusiones. Además, porque de otra manera nuestra contribución se restringiría a los desenfrenos de la conciencia falsa —la que con ignorancia juzga lo verdadero por falso, o lo falso por verdadero, teniendo lo bueno por malo o lo malo por bueno.

Aquí el riesgo, por supuesto, es interpretar tal idea de la «conciencia falsa» de manera descuidada, como un asunto de sólo dos posibilidades: blanco y negro. Mientras que es un espectro continuo de múltiples tonos de gris.

El color no existe

No sabemos cómo es la realidad exterior a la vida cerebral humana, del exterior tan sólo sabemos lo que nuestra percepción presenta a nuestra consciencia. Esto podrá ser una verdad de Perogrullo para algunos neurocientíficos o para el sentido “común” de alguien que se haya expuesto al nivel más básico en filosofía, pero para quienes no tenemos ese tipo de formación quizá cause sorpresa saberlo. Por lo cual me parece pertinente mantener la pregunta: ¿cuán confiable es nuestra percepción de la realidad?

Por ejemplo, algunos científicos profesionales tienen muy claro que los colores no existen en la realidad afuera de nuestra vida cerebral, o por lo menos no contamos con una justificación para afirmar que lo sabemos pues ningún humano puede saber cómo es la realidad afuera de la vida cerebral humana. Podemos saber mucho acerca de, por ejemplo, las hormigas pero no sabemos cómo percibe la realidad una hormiga, o de qué color. Desde luego, por los métodos de la ciencia podemos llegar a una creencia cierta justificada, es decir podemos llegar a un conocimiento confiable del asunto pero no a una opinión absoluta, inmutable e incorregible.

Pero quienes no somos científicos profesionales quizá no tenemos claro el porqué de la frase «los colores no existen», siendo tan obvio que nuestro sentido de la vista presenta la realidad tal cual es, ¿o no?

En esa última pregunta radica, para mí, lo relevante del asunto; y me parece relevante por su relación con el aprendizaje, es decir con la mejora o el cambio de nuestras opiniones y nuestra conducta. Si no hay pregunta o cuestionamiento, aun ante las cosas más obvias, entonces se cierra un gran número de posibilidades de ser, de conocer, y de actuar. Sin pregunta o sin cuestionamiento estamos confinados a las estrechas interpretaciones que provienen del realismo ingenuo; el cual afirma: «la realidad es tal cual yo la percibo» —pero, con demasiada frecuencia por desgracia, eso termina aceptando a la mera apariencia como la realidad total.

La demostración de la inexistencia externa de los colores podría provocar todo tipo de reacciones: podría tomarse como una mera curiosidad o juego psicológico sin importancia, o podría tomarse como algo que provoca una disonancia cognitiva considerable; ante la cual el cerebro se defienda con otro mecanismo de autoprotección: la negación. “¡No puede ser! Simplemente no puede ser que todo este tiempo haya estado equivocado o ignorante de la realidad. Por fuerza entonces, la realidad es como siempre la he creído y los equivocados son otros, no yo.

Por otro lado, la reflexión acerca de los límites neurobiológicos para interpretar la realidad podría conducir a niveles más adecuados de sobriedad ante nuestras propias opiniones, y ante el respaldo de las mismas, no sólo en el tema de los colores sino ante lo que creamos conocer, aun si lo tenemos por muy cierto, y que tenga mucha importancia personal. Sobre todo porque lo que parece muy intuitivo con frecuencia se confirma como lo contrario pues la realidad, en ocasiones, es contra-intuitiva. Por muchos siglos, y para mucha gente, pareció bastante intuitivo que la Tierra era plana.

Otra reacción posible es descartar de un plumazo el asunto espetando algo como: “¡Tonterías, no podemos ir en la vida dudándolo o cuestionándolo todo!”; que en otras palabras es decir que el extremo representado por el escepticismo radical es falso. Pero aquí tendríamos, de nuevo, un problema de malinterpretación. Los “problemas” de la percepción humana, o simplemente los rasgos de su naturaleza, no implican que el escepticismo radical sea cierto. Por el contrario, para todo efecto práctico, que pueda darse por sentado sin consecuencias, el escepticismo radical es falso y no se justifica cuestionar lo obvio. Sin embargo, las implicaciones aquí están relacionadas con la destreza para gobernar nuestra propia atención, y no dudar de todo sino sólo de aquello que sea muy importante para nosotros, de lo que más nos interese aprender e indagar sobre su realidad subyacente. Es decir, la duda es una actitud intelectual poderosa, no la malgastemos en algo que, por el momento, no sea objeto de nuestra atención.

Y a todo esto: si la vista no es del todo confiable, ¿ocurre lo mismo con los otros sentidos? Veamos qué tienen por decir otros en este video:

Pon a Prueba tu Cerebro - Aunque lo Veas no lo Creerás


Pon a Prueba tu Cerebro - Aunque lo Veas no lo... por muchosdocumentales

Test Your Brain Episode 2 - Perception


National Geographic: Test Your Brain Episode 2 -... por procrastinator87

Como un pequeño apoyo para presentar el asunto preparé este archivo.

Thursday, October 18, 2012

El Televisor

¿Es la televisión una mala maestra, como dice Karl R. Popper y otros? ¿Se dirá ahora lo mismo de Internet, de los videojuegos, los celulares, las computadoras, las tabletas, y de la tecnología novedosa en general? Y si todo eso tuviera efectos negativos para el aprendizaje, ¿en qué consisten esos efectos negativos?

Por supuesto, en la manera en que usamos o abusamos de las herramientas tecnológicas está el problema en potencia. Hoy en día, un problema potencial es la infoadicción, y un grave problema subyacente es la enajenación, entendida como aquello que arroba nuestra atención de una manera desproporcionada tal que otros aspectos de nuestra vida quedan desatendidos o del todo olvidados. Ahí donde ocurre un desenfreno o un frenesí excesivo por lo que está afuera de uno, una hubris, y que termina poseyendo nuestra subjetividad y nuestro pensamiento independiente, ahí ocurre un vicio y no una virtud. Puede ser un objeto, como el modelo más reciente de un automóvil, o una percepción socioeconómica que degenere en un consumismo o un mercantilismo; o puede ser una persona, el novio o la novia, un líder carismático o un cantante de moda; una religión o una posición laboral, etc.

La enajenación puede ocurrir tras la percepción distorsionada y estrecha de cualquier aspecto de la vida mientras que la vida es mucho más grande de lo que se nos dice o de lo que nosotros interpretamos, mucho más. Por eso, representa un mal maestro aquello que detenga el aprendizaje, que estorbe a la exploración, que impida el descubrimiento por el individuo mismo de esa amplitud de la existencia. Pues esa búsqueda nos ayuda a expandir nuestro estado de conciencia, y a no quedarnos con versiones estrechas y miopes de la realidad.

Hice unas reflexiones adicionales sobre la educación y la televisión aquí: T.V. y Educación.

Por último, recién encontré una dramatización de la enajenación por causa de una interpretación indebida de la televisión. Es un episodio de una serie en la televisión española de hace muchos años, pero que aún puede provocar la reflexión:

Episodio completo: El Televisor.

Historias Para No Dormir: El Televisor (1 de 5)

Monday, October 15, 2012

¿Cristianismos?

HUGO:

Ya te escuché Paco, veo que vuelves a insistir con eso de la teología, pero te voy a repetir que Dios no está con los sabios ni con los entendidos de este mundo, sino con la gente sin cultura como yo, quienes tenemos nuestra fe y nuestras buenas obras. Dios dice que con eso tengo más que suficiente, y por lo tanto no hay necesidad de esos estudios teológicos que tú reclamas. Por favor ten cuidado, no puedes ir en contra de la voluntad de Dios. ¡Conócela antes de hablar!

PACO:

Mira Hugo, lo que recién dices me servirá para darte un ejemplo de la importancia del ejercicio teológico independiente, en contraste con el hábito de adoptar opiniones de otros sin antes pensarlo más de dos veces.

HUGO:

Lo que te dije está escrito en la Biblia, que es la Palabra de Dios, no puedo estar equivocado. ¿Cómo podrías contradecirla y pretender tener la razón?

PACO:

Lo que yo leo en la Biblia es que tanto a los sabios como a los entendidos les falta mucho para llegar a conocer la voluntad de Dios. Por lo que te pregunto: ¿quién es un sabio o un entendido?, ¿acaso será aquel que afirma saber algo sin tener ninguna duda? Entonces, mi estimado amigo Hugo, ¿qué es lo que recién estás haciendo? ¿No es acaso afirmar, sin asomo de duda, que conoces la voluntad de Dios y aseguras saber lo que Él dice? Y enseguida afirmas con quién está y con quién no está. ¿No serías tú quien deba tener cuidado y estudiar con profundidad antes de hablar?

HUGO:

Estás tergiversando el significado bíblico, ¡me preocupa mucho tu alma Paco! Ten mucho cuidado pues así es como el demonio utiliza la inteligencia humana para desviar a la gente del camino recto. El castigo será muy duro para ti, más te valdría que te hundieras en lo profundo del mar con una gran piedra de molino atada al cuello.

PACO:

Sugiero que lo tomes con calma Hugo, de pronto tu reacción no parece ser consistente con aquello que dijiste de tus “buenas obras”. Tan sólo quisiera que reflexionaras sobre tus afirmaciones, aseguras conocer lo que significa el texto bíblico, y además, al parecer, afirmas que los sujetos mencionados en el texto tienen por referentes, hoy en día, a las personas que estudian teología. ¿No te parece que eso es pretender saber demasiado? ¿No te parece que te estás colocando justo en el lugar de un sabio y entendido?

HUGO:

Tú sabes, Paco, que mi invitación siempre estará ahí para estudiar la Biblia contigo, y para que te acerques a Dios por medio del arrepentimiento. Yo, y mis hermanos en la iglesia, estamos con los brazos abiertos para ayudarte a reconocer lo monstruoso de tu orgullo. Recuerda que tu salvación es lo más importante.

PACO:

¿Dices que mi salvación es lo más importante? Pero, ¿acaso no dice Jesús que quien busque salvar su vida, la perderá? A mí me parece que quien necesita ayuda espiritual eres tú, pues tu doctrina no parece ser la correcta.

LUIS:

Saludos a ambos, los he estado escuchando desde hace rato, y me parece que ambos hacen lo mismo con el texto bíblico: afirman que el significado del texto apoya su punto de vista, pretenden poner al texto de su lado para que así puedan juzgar al otro como un hereje. Quizá desconocen que se puede justificar casi cualquier opinión con base en lo escrito en pasajes de la Biblia —de hecho así parece haber sucedido a lo largo de la historia del cristianismo. En el pasado, la tensión entre ortodoxia y heterodoxia ha llegado a grados desproporcionados. El tema es enorme, ¿no les gustaría revisar a fondo la historia de los cristianismos y de su enorme diversidad? Quizá eso pueda ayudarles a desaprender su religión, y para volver a formar sus opiniones pero con bases más amplias.

Thursday, October 11, 2012

Las preconcepciones

¿Cuál puede ser un grave problema con mi versión actual del mundo? Pues uno grave sería, quizá, vivir siempre encadenado a unas preconcepciones que no me orienten en el sentido de la realidad, y ser inconsciente de ello. ¿Cuál es el problema con eso? Pues, tal vez, que mis preconcepciones actuales sean un estorbo para seguir aprendiendo, para mejorar o cambiar mi opinión sobre la realidad de algún asunto relevante. Por ejemplo, si estoy muy convencido de haber entendido la idea de triunfo económico exclusivamente como libertad financiera entonces entre más fuerza tenga esa convicción menos estaré dispuesto a aprender algo nuevo o mejorado sobre dicha idea, precisamente la fuerza de esa convicción es lo que me impide mejorar la idea. Por lo que la siguiente vez que me encuentre muy seguro de mis opiniones quizá deba recordar que alguien sin escrúpulos es lo mismo que alguien sin dudas.

El conocer al estilo científico no es “la cúspide de la perfección humana” —lo cual es un disparate— sino uno de los esfuerzos más confiables para conocer justificadamente el mundo, no como quisiéramos que fuese sino como realmente es. Si bien es cierto que ese estilo de aprender no es perfecto, aún podemos apoyarnos en sus estrategias para tomar conciencia de nuestras preconcepciones y para no quedar encadenados a ellas por siempre.

Las preconcepciones están presentes todo el tiempo, es un efecto residual del consumo de la cultura a nuestro alrededor. Nosotros mismos hacemos ese consumo, nadie lo puede hacer por nosotros, y ocurre al realizar el acto de interpretación de los datos sensibles que percibimos o de las imágenes mentales en nuestra memoria. Por lo que las preconcepciones son residuos directamente relacionados con nuestra destreza para interpretar la realidad. Si no tenemos el hábito de mejorar nuestra capacidad interpretativa es posible entonces que nuestra destreza para interpretar no incluya tomar conciencia de nuestras preconcepciones, provocando que estemos por completo convencidos de haber entendido un concepto cuando en realidad nos mantenemos ignorantes de dicho concepto de manera inconsciente. Es decir, lo que nos impide aprender un concepto nuevo es el preconcepto que usurpa su lugar.

Nuestro actuar concreto en la vida práctica está dado en el contexto de un esquema teórico-conceptual, por lo que es evidente que el problema de las preconcepciones no es un problema práctico, sino teórico. Para mejorar substancialmente la práctica, y al mundo concreto del momento presente, es requerido mejorar la teoría. Una teoría es una mirada hacia la realidad desde determinada perspectiva, hay teorías de todo tipo y alcance, y las que explican más hechos, es decir las más amplias, tienden a ser las mejores. Las teorías moldean, como anteojos de color, nuestras interpretaciones y pueden convertirse en herramientas para el ejercicio interpretativo si uno es consciente de dichas teorías. Por tanto, ampliar y profundizar nuestro conocimiento teórico es parte del proceso para adquirir destreza interpretativa. No podemos ver la realidad de manera directa, al parecer siempre necesitamos una teoría para guiar cada interpretación. Como nos dice Guy Claxton:

«La observación está continuamente dirigida por el interés y el pensamiento humanos, y cuanto menos evidente sea la mano controladora de nuestras preconcepciones, más importante será recordar que está ahí y reflexionar constantemente sobre de qué nos puede estar apartando o a qué nos puede estar acercando de una manera tácita. El hecho de que los datos estén “contaminados” con las creencias y las presuposiciones de los científicos es algo de lo que éstos deben tratar de ser conscientes y, en ocasiones, de lo que se deben guardar. Por ejemplo, uno de los grandes problemas experimentados por los antropólogos es cómo dejar a un lado sus propios hábitos culturales de pensamiento mientras tratan de comprender cómo ven el mundo personas muy distintas a ellos. Y no es que juzguemos a otras personas en función de nuestra propia visión del mundo; las teorías que suscribimos en un momento dado moldean —tanto si lo sabemos como si no— todas nuestras observaciones.»

Cuando no podemos interferir en el curso de un proceso y así experimentar para indagar qué es lo que pasa, «...todo lo que podemos hacer es utilizar teorías para dirigir nuestra atención a determinados tipos y localizaciones de sucesos, y para guiar nuestra interpretación de lo que vemos.» —Guy Claxton. Educar mentes curiosas. El reto de la ciencia en la escuela.

Las estrategias científico-filosóficas que contrarrestan los efectos de las preconcepciones pueden ayudarnos para mejorar la interpretación que hacemos de la realidad. Algunas son, entre otras, y como nos recuerda Derek Alexander Muller, el auto-cuestionamiento, el diálogo y la discusión: Khan Academy and the Effectiveness of Science Videos.


Tuesday, October 2, 2012

¿Teología para todos?

¿Se pueden conocer los pensamientos y las intenciones de las deidades judeocristianas?

Es una muy buena pregunta. Habrá teorías psicológicas que puedan ofrecer algunas perspectivas. Por otro lado, hay otro tipo de teorías, las teorías teológicas, que establecen a la «revelación» como el pilar del conocimiento teológico; sin embargo, necesitaremos ayuda de otro grupo de teorías, inclusive antropológicas y también filosóficas, para dilucidar el alcance de nuestra interpretación de lo «revelado».

Dado que el estado del mundo religioso se debe, en parte, a las interpretaciones históricas de lo «revelado», entonces entiendo la pertinencia del grupo de teorías teológicas que ya no consideran a lo «revelado» o lo sobrenatural como algo de relevancia para el ejercicio teológico. Como dijo Feuerbach y otros: la teología es antropología.

Pero el conocimiento es poder, y si se tiene el control del conocimiento —aunque este supuesto conocimiento sea tan sólo aparente¬— entonces se tiene el control sobre los que no lo tienen.

No es raro entonces encontrar jerarquías, cual pirámides, donde el conocimiento se controla desde la cúspide y desde la cual se controla al resto de la estructura.

¿En dónde se observa esa manera de proceder y de organizarse? Pues, por ejemplo, en la religión institucionalizada. Quizá es la manera más popularmente conocida y por eso se llevan esos patrones organizacionales a todos lados, gobierno, escuela, y muchos tipos de corporaciones: un prelado jerárquico compuesto de ministros de culto o clero regular que dictaminan el qué y el cómo para todo el clero secular o feligresía.

Sospecho que para no pocos casos la secuencia histórica ocurre así: primero, algún prelado de muy alta jerarquía se asigna la encomienda de pensar teológicamente, y se aprovisiona del tiempo y de los recursos para abordar el ejercicio teológico. Luego, al constatar de qué va el pensamiento teológico, y por alguna curiosa y muy conveniente razón, ese prelado decide que el resto de la feligresía no podrá afrontar directamente una materia de estudio como la teología, o que no deberá permitírsele exponerse a esa materia de estudio pues no tendría la capacidad para entenderla y fácilmente podría malinterpretarla para su propio menoscabo espiritual. Entonces resulta que los pocos en ese diminuto prelado —diminuto en comparación con el resto de la feligresía— se presentan a sí mismos como los benefactores de todos los demás, pues hacen por ellos el arduo trabajo de pensar teológicamente. Lo único que la feligresía tiene que hacer es aceptar y acatar todo lo que se les diga, por su propio bien.

Sin embargo, como es el caso del pensamiento científico, el pensamiento filosófico, y otros, también el pensamiento teológico es para todo aquel interesado, y no se necesita permiso de nadie para ejercerlo, tan sólo el permiso de la propia conciencia que nos impide vociferar meras opiniones sobre un tema sobre el cual no hayamos primero investigado a fondo y con amplitud de miras.

Reflexiones adicionales en la siguiente página: ¿Erudición cristiana?

Saturday, September 22, 2012

Educación y autoconocimiento

La Educación Prohibida

Si hubiese una voluntad real para hacer cambios en la sociedad entonces hablaríamos más de cambiar los sistemas escolarizados tradicionales, para entonces hablar de educación en un sentido amplio y no sólo quedarnos en la pobreza del adoctrinamiento social imperante. El video referido tiene varios puntos para reflexionar al respecto.

Pero cada uno tiene su propia posición y actitud hacia el cambio, y esa posición y actitud define —parcial o totalmente— si somos parte de los problemas o parte de las soluciones en nuestra flagelada sociedad. Reflexionar sobre la diversidad de esas posiciones y actitudes ante el cambio social permanece siendo un tema de mucho interés para mí: hay quien no quiere saber nada de cambios pues considera que no le corresponde pensar al respecto y que todo eventualmente quedará resuelto por la intervención de algún poder jerárquico, ya sea proveniente de la sociedad establecida o proveniente de algún ámbito sobrenatural. Hay quien, por el contrario, sí piensa y promueve cierto tipo de cambios en la sociedad, pero sólo aquellos cambios que le representen un beneficio personal o un beneficio para “los suyos”. Hay quien considera que pensar ampliamente sobre el asunto no es “práctico”. Hay quien opina que todo cambio para bien es bienvenido, en tanto no implique ningún cambio en su propia manera de pensar. Hay quien asegura su completa impotencia ante el curso de la educación en la sociedad, que no hay absolutamente nada que pueda hacer al respecto. Hay quien afirma y defiende el curso del sistema educativo actual pues espera que los mismos patrones sociales se repitan indefinidamente, pues no existe necesidad alguna de hacer cambios mayores al diseño de la sociedad actual. Hay quien estima que la autoeducación, que implica ciclos de desaprender y de reaprender, es una contribución asequible para el individuo ante el problema. Hay quien opina que la acción individual e independiente es inútil y es una pérdida de tiempo. Hay quien toma como predestinación la encomienda de convertirse en el mejor agente representativo de la sociedad actual, y que intentar cambiar ese destino es una ignominia. Etc.

Estas reflexiones intentan servir para el autoconocimiento, pues varias de esas posiciones y actitudes, en diferentes épocas, han sido las propias.

Actualización diciembre 2012. Apostillas a manera de réplica ante algunas otras diatribas al respecto del video referido: ¿Qué NO ES “La Educación Prohibida”?

Thursday, September 20, 2012

Escribir es duro

El siguiente par de párrafos es una evidencia más de la complejidad inherente en la acción de escribir, a decir de Bart D. Ehrman, quien es un autor de obras de variada profundidad en temas de historiografía bíblica:

«Escribir cualquier tipo de libro es realmente difícil. Pero cada *tipo* de libro es difícil a su manera. Tiendo a escribir tres tipos de libros: trabajos académicos para eruditos (¡no para consumo general!); libros de comercio popular para un público más amplio de adultos inteligentes; y libros de texto para colegiales. Como he dicho repetidas veces, ahora estoy terminando mi nuevo libro de texto de la Biblia para clases a nivel introductorio. La audiencia es, básicamente, estadounidenses de 19 y 20 años de edad. ¡Y lo estoy encontrando difícil!

Hay varias cosas que son inherentemente difíciles para este tipo de cosa. Es difícil abordar algo que fácilmente puede tornarse aburrido y sin vida y hacerlo interesante e incluso intrigante. Es difícil escribir a un nivel adecuado para que los lectores sean tratados como adultos pero sin suponer demasiado conocimiento. Es difícil tomar conceptos e ideas complicadas y hacerlos simples y suficientemente comprensibles para decimononos que pueden tener su primera introducción en la vida al tema. Es difícil escribir con un buen sentido del humor y con un sentido de distancia entre usted, el autor y el lector....» —Bart D. Ehrman. Fuente: A Problem with My Textbook.

Mi gusto por la escritura inició en el campo de la programación de computadoras. Escribir texto fuente de programas informáticos para comunicar mis intenciones de diseño tanto a humanos como a máquinas digitales ocurrió primero, y luego ocurrió este aún naciente delirio por escribir en español exclusivamente para humanos. El campo de la cibernética afronta el estudio sistemático de la comunicación entre humanos, entre humanos y animales, entre humanos y máquinas automáticas, pero con el interés de entender los posibles mecanismos de control en dicha comunicación. En mi profesión de programador de computadoras, desde hace tiempo, he comprobado lo que han dicho muchos grandes maestros del diseño de software: escribir software es difícil. Ahora también escucho algo similar de escritores profesionales como Bart D. Ehrman, y pienso entonces que ese es un rasgo en común entre ambas actividades.

Texto original de Bart D. Ehrman:

«Writing any kind of book whatsoever is really difficult. But each *kind* of book is difficult in its own way. I tend to write three kinds of books: scholarly works for scholars (not for general consumption!); popular trade books for broader audiences of intelligent adults; and textbooks for college kids. As I’ve repeatedly said, I’m now finishing up my new textbook on the Bible for introductory level classes. The audience is, basically, American 19 and 20-year olds. And I’m finding it hard!

There are several things that are just inherently hard for this kind of thing. It is hard to take something that can so easily be made dull and lifeless and make it interesting and even intriguing. It is hard to write at the right level so that the readers are treated like adults but not too much knowledge is assumed. It is hard to take complicated ideas and concepts and make them simple and understandable enough for 19-year-olds who may be having the first introduction to the subject matter ever. It is hard to write with both a good sense of humor and a sense of distance between you, the author, and the reader….» —Bart D. Ehrman. A Problem with My Textbook.

Monday, September 10, 2012

Verdad y violencia

Disfruto mucho aprender de los demás, ya de vivos, ya de muertos. Con frecuencia, de hace algún tiempo para acá, me pregunto qué puedo aprender de esta persona con quien comparto esta época en la historia de la humanidad, o qué puedo aprender de esta otra persona, de otra época, que se pronuncia por medio del lenguaje escrito. En particular, disfruto considerar con seriedad a quien discurre con cuidado, con calma, al ser notable que sus enunciados emanan de haber pensado más de dos veces lo que intenta comunicar. Por ejemplo, Miguel Ángel Granados Chapa, o Bertrand Russell, vienen a mi mente en este instante.

Por otro lado, quien eleva el volumen de su voz, o interrumpe sin permitir a los demás expresarse, tan sólo para intentar imponer su perspectiva sin importarle el peso específico de las ideas por sí mismas, con independencia de quién las pronuncie, ha perdido ya la atención que suelo darle a una persona pensante; y ahora me interesa pero como un sujeto de estudio y observación, como un prototipo del ser irreflexivo producto de algunas fuerzas socioculturales prevalecientes, como el realismo ingenuo o el pragmatismo exagerado. Un rasgo común en este actuar es esa desmesurada presunción de ser dueño de la verdad indiscutible, con miras al exhibicionismo que suele deslumbrar a infantes e ingenuos tanto en la población en general como entre las así llamadas “autoridades”. Entre los políticos de corte populista se pueden encontrar no pocos ejemplos, así como entre quienes tienen una distorsionada idea de la masculinidad.

Lo que quizá desconocen esos “dueños” de la verdad es que su posición conlleva violencia, y como la violencia es parte de los problemas en este mundo, entonces su actuar absolutista es parte de los problemas que nos aquejan.

Refiero, en orden cronológico, algunas de mis reflexiones pasadas acerca de la verdad:

A continuación remito un video donde se exponen cuatro diversos tipos de verdad: la verdad por correspondencia, la verdad por coherencia, la verdad pragmática y la verdad hermenéutica. El tema de la verdad es fascinante pues es parte de lo que nos permite madurar y ampliar nuestras miras y nuestras contribuciones a la sociedad.

Mentira La Verdad 2012 S02E02 La Verdad. Completo

Saturday, September 8, 2012

¿Es Joseph Ratzinger un cristiano verdadero?

Por favor, amable lector, continúe usted al texto completo de esta publicación en su localización original: ¿Es Joseph Ratzinger un cristiano verdadero?

Disculpe por el clic adicional, agradezco su comprensión.

Friday, September 7, 2012

Re-educación

Algunos amigos y familiares hemos coincidido en una imperiosa necesidad de dar cuenta propia ante la pregunta perenne: qué es la filosofía, y ante los hondos problemas que la filosofía plantea. A la fecha, cada uno a su manera ordena sus ideas sobre el tema de nuestra más reciente sesión de un seminario de introducción a la filosofía, que es parte de un proyecto más amplio llamado Universidad popular. ¿Para qué? Pues cada uno tiene sus motivos muy personales. Para mí ha significado una oportunidad para ensayar y constituir alguna estrategia general que sirva como basamento de mi auto-reeducación. En este punto en la vida ya he, por demás, comprobado mi altísima propensión al error, y la estrechez de miras en mis así llamados estudios dentro de un sistema universitario tradicionalista. Por lo que intentar poner un límite al error propio es lo menos que puedo hacer para contribuir a esta nuestra compleja sociedad. Pero busco una contribución de conciencia, una contribución que no sea parte de los problemas socioculturales y, por tanto, una que no ayude a perpetuarlos.

Entre los primeros pasos, claro, ha estado el tomar conciencia de quién soy como individuo dentro de una cultura particular y específica. Eso ha significado cuestionar mis opiniones más básicas sobre lo que he creído que es el conocimiento, la realidad, la verdad, la libertad, lo valioso, la conducta virtuosa, etc. Pues, al ser un producto de mi ambiente cultural, no estuvo presente el hábito para cuestionar a quien puso en mi mente dichas opiniones en primer lugar.

El recorrido ha afectado a cada uno de manera distinta pues, por supuesto, cada uno intenta ser un individuo pensante e independiente. En mi caso, una considerable cantidad de opiniones no han sobrevivido el examen crítico al que las he sometido; otras opiniones han requerido ajustes de no poca envergadura. No es una sorpresa que un enorme número de ellas pertenece al campo de la religión, y también al ámbito de la ciencia y de la propia filosofía. Y no es una sorpresa debido a, principalmente, mi propensión al error antes mencionada: en la mayoría de los casos he descubierto gigantescas malinterpretaciones de mi parte.

La educación no es ya el tema relevante, sino la reeducación —con énfasis en su rasgo autodidacto. Está claro que no pocos afirman estar ya educados por completo, o casi por completo, y que no necesitan ninguna educación adicional, ni mucho menos reeducación. Quizá, pero tan tajante afirmación es, precisamente, evidencia de que la necesitan.

Sunday, September 2, 2012

Suicidio espiritual

Como humanos no falta quien tenga por costumbre pronunciar afirmaciones en tono dogmático y, por ende, no acepte cuestionamiento alguno al respecto. Por ejemplo, en el terreno político: “México tuvo una elección que no tiene por qué invalidarse; tuvo elecciones libres y auténticas. México tiene un Presidente legítimo, electo por el pueblo.” O en el terreno de las religiones institucionalizas: “el aumento numérico en nuestra feligresía es una gran victoria para Dios”.

Aceptar alguna de esas afirmaciones sin ningún cuestionamiento representa un grave problema para la sociedad o la comunidad que la acepte pues entonces igualmente se aceptarán las consecuencias derivadas de la afirmación. Tales consecuencias no están exentas de aumentar el riesgo de dañar a la comunidad misma a favor de los intereses de unos cuantos en posiciones de poder. Sin embargo, los líderes de dicha comunidad podrían simplemente no estar conscientes del peligro al que exponen a su comunidad, y, por tanto, tanto líderes como comunidad podrían estar inmersos en una dinámica social nociva.

Esa dinámica social nociva, cuando una comunidad acepta afirmaciones categóricas basándose tan sólo en los intereses propios y sin ningún tipo de autocrítica, es un rasgo común del llamado «groupthink» o «pensamiento colectivo o de masa»; en el cual se puede caer muy fácilmente y sin que nos demos cuenta de ello. Suele ocurrir con frecuencia no solo en círculos donde reina supremo el analfabetismo científico y filosófico, sino incluso en grupos con altos grados de escolaridad. Las debacles financieras de corporaciones como Worldcom o Enron, sectas religiosas crueles, o regímenes políticos corruptos, son ejemplos típicos.

El escape de ese tipo de pensamiento es muy difícil de lograr pues incluye mecanismos de auto-reforzamiento. Uno de esos mecanismos es la lógica circular; en donde el individuo queda atrapado en su propia cabeza, siempre ligando las mismas ideas de la misma forma pero sin detenerse a revisar otras maneras, igualmente posibles, de enlazarlas que pudiesen resultar en un raciocinio de mejor calidad; por ejemplo, un raciocinio con mayor honestidad y menor presunción o arrogancia. Un efecto de la lógica circular es un estado de negación —entendido como el estado de una persona al enfrentar un hecho demasiado difícil de aceptar y, por tanto, lo rechaza al insistir que no es cierto aun ante abrumadora evidencia de lo contrario.

Estar en negación me parece una situación muy triste pues, por ejemplo, uno puede creer que sus pensamientos son trascendentales, que se refieren a algo grande como el universo, como la sabiduría o la verdad, pero por desgracia tan sólo refieren a algo confinado en la cabeza propia, sin conexión alguna con lo que haya afuera de ella.

Las ganas de creer que algo es cierto es otro ejemplo de lógica circular: entre más ganas tenga de que algo sea cierto entonces más cierto será.

No puedo enfatizar suficiente la necesidad de la autocrítica como medio para descubrir mi estado de negación en muchas áreas de mi propia vida. Como ejemplo está lo que ya en varias de mis reflexiones en mis blogs he reconocido: que —a mis 43 años de edad cronológica— apenas estoy cayendo en cuenta del nivel educativo real con el que he interpretado al mundo hasta ahora, un nivel equivalente a un menor de edad. Por supuesto, aquí con educación no me refiero a escolarización. Mi analfabetismo ha sido algo muy difícil de aceptar, pero la evidencia de ese hecho no puedo ignorarla. Por ejemplo, una evidencia que encontré en mi interior es la creencia en un dios antropomórfico y, además, todo un torrente de emociones asociadas exclusivamente a esa creencia; emociones que, como en el caso de un exceso de caramelos, obstruían el desarrollo del resto de mis facultades.

Enfrentar el hecho del grado de mi analfabetismo me ha presentado varias disyuntivas. Una podría haber consistido en inventarme alguna excusa que, como puerta fácil o “solución práctica”, me permitiera continuar con el rumbo de mi vida, tal como lo espera mi cultura local, y pueda decirme que “no pasa nada, todo está bajo control”. Otra alternativa, por supuesto, es el suicidio, pero entendido como figura retórica o como recurso de ficción literaria; es decir, reconocer que ese analfabeto no puede seguir con su vida tal como es pues las consecuencias serían insoportables, y, por tanto, su interpretación de la vida debe cesar ahora. Otra persona deberá continuar en su lugar, otra persona con una cosmovisión diferente.

El final voluntario de una vida interior, es decir el suicidio espiritual, y un nuevo comienzo a partir de cero, es un recurso que varias tradiciones espirituales —no sólo el cristianismo con su «volver a nacer de lo alto»— han utilizado para indicar la relevancia de los ciclos periódicos de renovación en la vida de una persona.

Una transformación de ese calibre, quizá, sea más relevante para Dios —aquí la palabra «Dios» en un sentido profundamente humano, y no en un sentido sobrenatural— que tan sólo la mera pertenencia inercial y pasiva en la sociedad, o la asistencia recurrente a reuniones dentro de un sistema religioso que permanece sin cambios en lo profundo.

El humano, al parecer, es un ser gregario. El humano no sólo cuenta con sus genes para sobrevivir y desarrollarse sino que necesita también un ambiente que incluya la interrelación con otros seres vivos, semejantes o no. Sin embargo, el rasgo humano distintivo, quizá, sea el nivel de complejidad presente tanto en el individuo como en dicha interrelación social con otros humanos. Pero, como no todo en la sociedad humana es positivo sino que, por el contrario, es evidente que dicha complejidad tiene también graves efectos negativos, como las guerras, el comercio con humanos o el abuso del poder, entonces un desarrollo humano integral también implica tomar conciencia tanto de las diferentes manifestaciones de dicha complejidad como de las condiciones para su proliferación o su abolición.

Friday, August 31, 2012

La fe teologal

El tema me arroba a un grado tal que me estremece desde muy hondo, lo relacionado con la religión como parte de nuestra condición humana sigue siendo un tema muy importante para mí, pues es esa condición humana lo que está aquí y ahora, y es mucho lo que nos pasa internamente, y puede ser tan vasto el espacio en la vida interior que sospecho me tomará mucho tiempo antes de tomar una posición definitiva ante lo supra-humano y lo sobrenatural. En otras palabras, para mí la reflexión sobre el ser es donde radica y permanece lo humanamente alcanzable, y ahora comprendo que mi sentido profundo de fe en el pasado se refiere a otra cosa y no a lo sobrenatural, al menos no principalmente.

Una razón adicional para este orden de prioridad es que no tengo ninguna prisa por abordar lo sobrenatural pues tan sólo cuento con un corto alcance de atención y voluntad, y lo pienso dirigir hacia lo relevante para mí ahora (lo cual abrevio como la suspensión y revisión de todas mis creencias, y conductas derivadas). El amor, la libertad, la justicia, la compasión, y muchos otros valores en una vida virtuosa son tan enormes y tan importantes que no los puedo dejar en manos del descuido, y para mí esos son los realmente importantes.

Para mí la fe teologal tiene su relevancia en el ámbito poético, pero dentro de lo humano; es simplemente cuestión de escala: lo humano es vasto y está aquí, el universo es vasto y está aquí, y, por otro lado, lo sobrenatural es elusivo y opaco. Además, hace tiempo acepté que algo tan grande como lo supremo y lo divino no puedo reducirlo a lo sobrenatural, pues lo sobrenatural me parece algo muy escaso y estrecho en comparación con lo natural; incluso la ciencia puede ofrecer más fe teologal que las insípidas y anquilosadas teologías dogmáticas. A la par, si yo soy un agente activo en el mundo natural, y puedo tener un mínimo de voluntad e interés por el bienestar en este mundo, pues entonces cualquier voluntad en las agencias sobrenaturales estará ahora mismo en plena función sin necesidad alguna de contar con mi aprobación o aceptación.

Wednesday, August 29, 2012

¿Erudición cristiana?

He dicho ya en otro momento que estos textos son más un diálogo conmigo mismo que un pregón para capturar audiencias. Lo rememoro pues mis pensamientos a continuación giran alrededor de un tema que ha permanecido en mi interés desde hace mucho tiempo, desde la adolescencia y juventud; y, sin embargo, aquel joven que fui no comparte las conclusiones del hombre de hoy. Por eso, este intento por explicar mis conclusiones de ahora, aunque provisionales y provisorias, representa una nostálgica misiva a aquel joven impetuoso que fui. Quizá para demostrarle que el cambio de opinión y el reconocerse distinto —distinto de, incluso, uno mismo en el pasado— puede representar algo de madurez, y que ésta no es un oprobio.

El tema es la Biblia en general, y el cristianismo en particular. Aquel joven afirma categórico que yo, quien no sólo ya no profeso ningún tipo de cristianismo sino que ejerzo una posición crítica ante las tradiciones religiosas abrahámicas, no tengo ningún derecho para interesarme en la Biblia ni mucho menos opinar al respecto. Pero, por mucho entusiasmo, fervor religioso e impoluta sinceridad que tenga ese joven, se equivoca pues la Biblia y el cristianismo es un tema inagotable culturalmente hablando, y concierne a quien reflexione sobre nuestro mundo hoy.

La descuidada creencia de que cristianismo es sinónimo de bondad, y que un no-cristiano automáticamente no puede ser “bueno”, es parte del problema en la cosmovisión de ese joven. Lo que pierde de vista —pues lo desconoce— es que hay más, mucho más, en el cristianismo de lo que nos han dicho “oficialmente”, y que si su interés está en lo positivo del cristianismo, y no sólo en las tradiciones, entonces ese interés podría, optativamente, llevarlo afuera del cristianismo como una forma de liberación de sus grilletes doctrinales y dogmáticos, en búsqueda de diversos y más amplios horizontes de aquello que hay de positivo en el cristianismo —que ya en tal caso la etiqueta “cristiano”, con sus humos de supra-humanidad, pierde su relevancia pues lo que importa es sólo lo humano y lo que a este le ocurre.

La lectura literal e ingenua de la Biblia es otro problema en la cosmovisión religiosa de este joven pues lo restringe a un esquema muy reducido de interpretación, esquema donde la torpeza encuentra un prolífico caldo de cultivo. Un ejemplo paradigmático de este problema se observa en una reacción típica en este joven ante la crítica de su ignorancia: afirma que “Dios prefiere a los incultos y que Dios desprecia a los sabios y entendidos en este mundo.”

Por otro lado, la presunción de haber alcanzado una erudición sobre la Biblia, tal que justifique las mismas descuidadas creencias que ya tenía previo a dicha erudición, representa un problema adicional en la ideología de este joven, quien con su exacerbado entusiasmo quisiera comerse el mundo de un solo bocado. Mientras que la diversidad de opiniones entre los eruditos, en su alta cultura, tan sólo es una de las fuentes de la diversidad en el cristianismo; es decir, presentar a la erudición como sostén de una sola perspectiva es sencillamente la prueba de no contar con esa supuesta erudición pues ésta implica amplitud de miras y no el hábito de obcecar. Por lo que la erudición, también, puede llegar a ser una trampa si se malinterpreta su propósito.

Investigar sobre el trabajo diverso de los eruditos de la Biblia ha sido un factor más en el cambio en mi manera de interpretar el cristianismo, visto en su contexto más amplio dentro de las tradiciones religiosas abrahámicas. El trabajo de los eruditos en relación con la población en general asemeja la relación, durante la época navideña, entre padres de familia, sus infantes hijos y los regalos que aparecen en la mañana de Navidad o el día de Reyes, y que representa un juego inofensivo. Pero la semejanza aplica muy poco al considerar las implicaciones de jugar con el sistema de creencias que determina la cosmovisión y conducta de personas adultas en la población en general.

Bastó un corto tramo en mi investigación para llegar a preguntarme: ¿por qué todo esto no se dice claramente desde los púlpitos y se discute entre la feligresía? Las respuestas y posiciones de los eruditos, y de no eruditos, al respecto no dejan de sorprenderme, pero también me ha quedado claro que si la persona sentada en una iglesia no es quien se interesa por ampliar, por sí mismo, su entendimiento sobre su religión entonces no hay cantidad de erudición, aun proclamada con potentes altavoces, que pueda ayudar a ese feligrés a mejorar su manera de interpretar su propio esquema de creencias religiosas.

Por ejemplo, el grueso de la feligresía del cristianismo no suele participar en los activos debates que hoy en día aún ocurren entre los eruditos al respecto de los cambios hechos en los manuscritos bíblicos por mano de los escribas y copistas a lo largo de los siglos, aun cuando en esos debates están implicadas sus creencias más básicas, como la divinidad de Jesucristo, las discrepancias textuales que impiden afirmar una sola divinidad suprema o monoteísta, el papel de la mujer o del homosexual en la religión cristiana, el placer sexual fuera del matrimonio, la libertad de conciencia, la epistemología de la vida sobrenatural, etc.

El hecho es que los eruditos de la Biblia conocen todo esto y conocen los difíciles problemas implicados. Los eruditos conocen íntimamente estos problemas, de arriba para abajo, y de izquierda a derecha, pues conocer esos problemas es, precisamente, su giro de trabajo. Por ejemplo, incluso quienes traducen, o revisan traducciones, a partir de manuscritos antiguos, tienen que decidir cuáles palabras del griego o del hebreo, y sus discrepantes acepciones, podrán traducir antes de siquiera empezar a pensar cómo ponerlas en lengua española o en cualquier otra lengua entendible para humanos vivos hoy. Por lo que los traductores bíblicos contemporáneos conocen y se enfrentan cotidianamente a los problemas típicos de la erudición.

No hay, entonces, conspiración alguna para mantener a las feligresías alejadas de los problemas de la erudición —por lo menos no hay conspiración por parte de los eruditos mismos. Lo que hay, quizá, es apatía para, ultimadamente, conocernos a nosotros mismos como cultura occidental.

Monday, August 6, 2012

¿Miras de cambio?

El texto Rompiendo el silencio de John M. Ackerman es, claro, para pensarlo a fondo y con amplitud, tanto como podamos. Es decir —en analogía con una organización típica de videocontenidos— aspirando a contemplar no sólo un cuadro estático de la escena nacional, ni siquiera un solo capítulo, ni una sola temporada, sino la serie completa a escala planetaria.

Por ejemplo, el Sr. Ackerman habla de cambios, pero ¿cuáles cambios necesita el país y la sociedad humana global? El cúmulo de problemas es tan abrumador que intimida. La tarea es descomunal y de sólo pensarla amedrenta la acción individual e independiente; quizá por eso es más común nuestra tendencia gregaria. La unión hace la fuerza, dicen. No dudo, entonces, que haya buenas intenciones en los partidos políticos pero el alcance de éstos tan sólo representa un reconocimiento de ese miedo a pensar con amplitud, y parece que debiéramos conformarnos con la sesgada visión de sus “soluciones”. Por tanto, el interés por el cambio necesita ser, también, un interés por la amplitud de miras y no sólo por tomar turno para mamar de la ubre del poder —lo digo por aquellos que promueven el cambio pero tan sólo el cambio que los beneficia en lo personal.

Además, el Sr. Ackerman dice que #YoSoy132 habla por todos al rechazar una imposición presidencial. Pero es evidente que no todos la rechazan pues algunos que la prefieren lo hacen calculando, como Karl Marx, que el beneficio de unos pocos eventualmente se traduciría en el beneficio para muchos. Hipótesis ya por demás refutada por la historia y por la reflexión en ciencia político-económica. Por lo que decir que #YoSoy132 habla por todos es, por decir lo menos, exagerado. ¿Quién habla por quienes calculan que no sólo esa imposición es inaceptable sino toda forma de gobierno que mantenga estructuras formales de comando y control estratificado sobre la sociedad?

El Sr. Ackerman, muy atinadamente, dice:

«No podemos confiar en las instituciones estatales o la clase política para lograr las transformaciones profundas que necesita el país. Todos debemos poner nuestra parte...»

¿Por qué no podemos confiar? Pues (1) porque la confianza requiere, como base, un patrón de conducta y de frutos que sirvan como su justificación, y la simulación de dichos resultados, pregonada como si fuese de proporciones reales, no alcanza más que para enajenar al hombre-masa. Por lo que, desafortunadamente, la práctica actual del concepto de Estado nacional procura más su auto-preservación y la perpetuación de sistemas político-económicos caducos que la construcción de una base participativa real sobre la cual los gobernados pueda sostener su confianza. Y (2) porque la ausencia de poder público —que no de violencia policial, lo cual es muy distinto— es una evidencia de que tal confianza dejó de existir.

¿Cuál es la parte que debo contribuir para las transformaciones profundas de las que habla el Sr. Ackerman? Pues una, por imperante necesidad, es la educación. Pero no me refiero a ese remedo de “educación” que representan los sistemas escolarizados que ayudan más a adoctrinar al individuo que a liberarlo, sino a ese hábito de aprender, desaprender y reaprender de continuo; a esa estrategia pedagógica general del filosofar, al cambio y a la mejora de conciencia por el individuo mismo; en una palabra: autoeducación. Esa es, en sí misma, una muy positiva contribución a la sociedad.

De otro modo, sin autoeducación, es aun más difícil que lleguemos a considerar y a analizar otras formas y procesos de diseño sociocultural. Y estaríamos condenados a permanecer ciegos al no tener nada contra lo cual comparar este sistema sociopolítico y cultural del cual somos todos parte.

Wednesday, July 18, 2012

¿Significado bíblico absoluto?

Un punto clave de mi texto ¿Qué significa la Biblia? consiste en la importancia de tomar conciencia de que los textos antiguos no deben interpretarse a la ligera pues las consecuencias son graves; como las provocadas por el literalismo devocional. Además, si alguien elige aproximarse a esos textos desde perspectivas históricas o perspectivas teológicas entonces necesita, por ende, entender primero qué es una interpretación histórica y cómo se formula una teoría teológica. Además de entender que tales teorías tienen ámbitos completamente diferentes y no pueden combinarse sin incurrir en problemas cuyas soluciones son muy endebles y muy difíciles de justificar debido a su poca plausibilidad.

Tomar conciencia de la preparación requerida para interpretar esos textos antiguos me lleva a sospechar que muy pocos eruditos han podido interpretarlos debidamente sin caer en los excesos típicos; como el tropiezo de presentar una teoría teológica como si fuese una teoría histórica plausible. Ante un escenario como el que implica esta toma de conciencia no ha faltado quien intente justificar todo aparato clerical con base en la idea de que el papel de los clérigos es interpretar y el papel del individuo es acatar, pues los clérigos tienen la preparación para interpretar, y el individuo no. Y que si dejáramos que el individuo los interpretara libremente entonces la religión sería un caos total. Pero pregunto, ¿no es acaso ya un caos? Ante lo cual se me ha respondido que el caos sería aun peor. Y ahí es donde difiero: eso último no lo sabemos de hecho.

Me explico: sí sabemos que interpretaciones torpes han causado lo negativo del cristianismo o del judaísmo o del islamismo —las tradiciones religiosas abrahámicas—, pero de hecho no sabemos qué sucedería si al individuo común, e interesado en religión, se le informa debidamente de los peligros al interpretar y se le prepara para hacerlo. Si la premisa es que el individuo común es “flojo, lerdo y malo por naturaleza” pues ni siquiera hay que intentarlo. Pero esa premisa es tramposa pues no es causa sino un efecto de, precisamente, los sistemas religiosos adoctrinantes; por lo que tal premisa es inválida.

Un individuo preparado para interpretar textos antiguos es un individuo que no caería fácilmente en los excesos de la religión vulgar —es decir, descuidada— pues dicha preparación conlleva haberse formado la conciencia de lo poco que realmente podemos saber sobre el significado absoluto de dichos textos. Ese individuo abrazaría a la diversidad y, por ejemplo, valoraría más al amor o la compasión por encima de “La Verdad” y el pensamiento sectario de “ellos” y “nosotros”, pues dicha conciencia no le aportaría bases para esos excesos.

Un peligro es caer en esas perspectivas cortoplacistas que rechazan todo aquello que no es “práctico” simplemente porque no se ajusta a sus agendas institucionales. Y se entiende su posición pues lo que les importa es la preservación de sus instituciones, y no realmente el bien del individuo.

Calculo que muchos individuos preparados estimarían que las interpretaciones en clave poética de los textos antiguos son de las que pueden arrojan más frutos espirituales y, por lo tanto, lo negativo de la religión disminuiría considerablemente pues ese tipo de interpretaciones satisface de mejor manera el desarrollo del sujeto —es decir de su subjetividad— y, además, el individuo se liberaría del peso de “La Verdad”. Claro, esto si partimos de la premisa donde la religión no es para las instituciones o corporaciones religiosas sino para el individuo.

Wednesday, July 11, 2012

¿Qué significa la Biblia?

¿Cómo podría el acto de interpretación bíblica ser un tema relevante para la cultura occidental? ¿Cómo ese tema puede tener alguna relación con los grandes problemas políticos y sociales del presente? La relevancia y una posible relación estarían basadas en aquella idea de la Grecia clásica, la idea en el dintel del oráculo de Delfos: «conócete a ti mismo»; es decir, para aquellos que buscamos el entendimiento de nuestra situación presente, sea esta social, política o económica, si no hallamos en nosotros mismos las explicaciones entonces tampoco podremos hallarlas afuera de nosotros. La destreza para interpretar nuestra realidad tiene una estrecha relación con la destreza para interpretar algunos textos antiguos que han influido en nuestra cultura.

El amplio y diverso conjunto cultural conocido como «occidente» tiene, también, una marcada y definitoria influencia milenaria de las tradiciones religiosas abrahámicas. Por lo que, para entender nuestros problemas, y la manera en cómo pensamos sobre ellos, así como los alcances de las típicas soluciones occidentales a los mismos, necesitamos, además, conocer a fondo las ideas en esas tradiciones religiosas abrahámicas. Para lo cual debemos reconocer que el campo de investigación al respecto es amplísimo, se requiere una capacidad para mantener la atención durante el desarrollo tanto de los temas históricos como de los temas teológico-filosóficos, de otra manera, sin esa capacidad para sostener la atención, quedaríamos relegados a perspectivas sesgadas y de valor marginal.

Sostener la atención implica contar con un programa propio de investigación con el cual recorramos la diversidad y la amplitud de las provincias intelectuales en ese vasto campo. Para algunos tomaría meses de esfuerzo continuo lograr una vista de conjunto sobre el tema, para otros tomaría años, para otros, como yo, quizá toda la vida y sin esperanza de completar tal concepción. Pero el recorrido tiene preeminencia pues ofrece los frutos intelectuales y espirituales más apreciables; tanto es así que incluso intentar el recorrido es más relevante que alcanzar la —quizá imposible— meta.

Una de las preguntas, para mí, impulsoras en el recorrido es: ¿cuál es el significado de los textos bíblicos? Es decir, ¿cómo llega a mi mente el significado bíblico? ¿Cómo logro la exégesis? Reflexiono al respecto en forma de una ficción literaria, en dos episodios: ¿Cómo lograr la exégesis? — Episodio I: El Espíritu Santo, y Episodio II: ¿El Espíritu Santo?

¿Cómo lograr la exégesis? — Episodio I: El Espíritu Santo

—Agradezco el tiempo que me concede señor obispo, para unas preguntas que me aquejan por las cuales necesito su pastoreo.

—Estoy a tu servicio hijo mío, estoy aquí por Designio de Dios como encargado de sus ovejas y me place asistir a ese designio. ¿Qué me quieres preguntar?

—Es en relación a la lectura de la Biblia, señor obispo: ¿cómo puedo saber lo que significan algunos pasajes difíciles? Por ejemplo, Jesucristo dice en una parte que no vino a traer la paz sino la guerra, en Mateo 10:34, y en otra parte, poco después, dice que es necesario perdonar incluso a quien nos hace mal, en Mateo 18:15-22. Y también, por otro lado, cuando Jesucristo indica, en Marcos 16:14-18, que los cristianos serán reconocidos, además, por agarrar serpientes o por tomar veneno, y no sufrir daño alguno.

—¿Has olvidado mis lecciones cuando leímos esos versículos?

—No me refiero, señor obispo, a sus lecciones, sino a cómo yo sabré, en general, que ya he logrado obtener el significado divinamente inspirado en esos y tantos otros pasajes que quiero entender.

—Comprendo hijo, tu interés es de tipo teológico, en particular de tipo exegético. La exégesis bíblica, hijo mío, es el depósito que Dios hace en la mente de una persona a través de la obra y de la gracia del Espíritu Santo.

—Entonces, ¿cómo se logra la exégesis bíblica? Pues, ahora que lo menciona, recuerdo haber leído algo sobre un término...hermenéutica, me parece, la cual es el estudio de los distintos sistemas de interpretación, y parece toda una disciplina que requiere mucho estudio. Pero no comprendo cómo pueden todos esos estudiosos estar tan errados, pues Dios claramente dice en la Biblia, en 2 Pedro 1:19-21, que Su Santa Palabra no es algo que deba o pueda ser libremente interpretado. Dígame usted señor obispo: ¿es Voluntad de Dios que alguien como yo pueda lograr la exégesis de Su Palabra? ¿Cómo?

—La exégesis es una acción del Espíritu Santo y, por tanto, ocurre por Designio Divino, pero claro que nosotros podemos hacer nuestra parte y si es Su Voluntad entonces podremos ser sujeto de dicha Acción Divina.

—¡Dígamelo de una vez, señor obispo! ¿Cuál es mi parte?

—Pues lo he dicho en muchas ocasiones, hijo mío, constantemente lo repito en las reuniones de la iglesia: la comunión con Jesucristo. Lo que está en tus manos es vivir plenamente todo lo que implica la vida en iglesia, ya sabes: leer tu Biblia todos los días, estar en comunión fraternal y constante con los fieles cristianos, que son tus hermanos espirituales, hacer oración todos los días para estar lejos del pecado, compartir tu fe con los que aún están condenados, hacer ayunos, obras de caridad, el pago puntual y honesto de los diezmos semanales, predicar a los infieles invitándolos a la iglesia para que abandonen su vida pecaminosa, etcétera, etcétera. ¡En fin! Abrazar con amor y esmero todo el pastoreo que tus líderes espirituales tan bondadosamente te ofrecemos con cariño, pues es la misión que Dios nos ha encargado.

—Comprendo ahora señor obispo. Digamos que la exégesis puede ocurrir al crecer espiritualmente, es una manera en la que Dios recompensa a sus hijos más fieles.

—Exactamente, hijo mío, lo has entendido muy bien. Pasemos ahora, aprovechando la ocasión, a platicar de cómo vas con tus deberes en tu vida en iglesia, cuéntame...

¿Cómo lograr la exégesis? — Episodio II: ¿El Espíritu Santo?

—Pues parece que estaré en esta sala de espera por un rato, mi vuelo se retrasó. ¿Es también tu caso?

—Así es, ya hice varias llamadas para avisar que llegaré tarde.

—Veo que lees un libro sobre hermenéutica bíblica. Por un momento me hiciste recordar una plática, hace muchos años, que tuve con un obispo sobre el tema de cómo lograr la exégesis bíblica. Me asombran cuán diferentes son mis conclusiones de ahora, comparadas con las de aquel tiempo de fervor y juvenil devoción.

—De una u otra manera el contacto con el estudio bíblico profundo nos cambia, para bien o para mal.

—Interesante que lo menciones. ¿Cómo podría ser para mal?

—Bueno, quizá fue una exageración expresarlo así. Pero me hiciste recordar el dilema ético que me asalta ahora que regreso desde el seminario hacia mi comunidad natal en mi país, quienes con sus diezmos financiaron toda mi carrera académica durante mis años de estudio en un prestigiado y costoso seminario cristiano.

—¿Dilema? ¿Te refieres, quizá, a cómo retribuirás a su generosidad?

—No exactamente, sino a cuál camino elegir para el contenido de mi consejería eclesial en general y de mis sermones en la escuela dominical. Conozco la mentalidad de mi comunidad natal, pues ellos me enseñaron a dar mis primeros pasos en el cristianismo y a cómo mantenerme fiel a Dios. Por mis visitas ocasionales, y por toda la correspondencia, sé que ellos, principalmente los diáconos y el clero local en general, mantienen esa mentalidad y todos los chicos siguen siendo enseñados con ella.

—Creo entonces inferir el dilema: lo que aprendiste en el seminario no se parece en nada a lo que aprendiste durante tu infancia y, ahora, debes decidir si enseñarás la misma tradición local o si explicarás con claridad que las creencias no son exactamente como se han difundido tradicionalmente, ¿cierto?

—Sí, así es. Lo que no deja de sorprenderme es la facilidad con la que, aparentemente, los otros miembros del clero local han superado este dilema, pues quienes ya han cursado la misma carrera, en el mismo seminario, no hace mucho tiempo, no sólo han continuado con las mismas creencias tradicionales sino que incluso las han reafirmado y llevado a un nivel más intolerante y obcecado. Por ejemplo, las creencias que han sido causa de un aumento en la homofobia en esa mi tan querida comunidad natal.

—Comprendo tu dilema ahora. Para mí, en su momento, no representó ningún dilema. Mi fervor y mi juvenil devoción a Dios, con las que en primer lugar me acerqué a la vida en iglesia, es decir a la comunidad de fieles, formaron parte de lo que luego me orientó para decidir mejorar mis creencias por encima de lo que las jerarquías clericales dictaran, ¡y vaya que tienen por costumbre hacer eso!

—¿Eres un ministro de culto cristiano o sacerdote católico?

—No. Para mí llegó a ser claro que la vida secular y laica es lo mío; y además, que en esta vida puedo consagrarme, aún en un mayor grado, a los valores y principios causa de mi fervor y de mi devoción desde la infancia: lo humano.

—¿Aun en un mayor grado? ¿Me puedes ofrecer un ejemplo?

—Pues ese mayor grado ha significado, por ejemplo, abrir las puertas de mi mente para intentar comprender lo diferente a mí, lo diferente a mi minúscula cultura local. Lo humano es algo muy amplio y para no reducirlo tan sólo a mi sesgada cultura local necesito romper con los esquemas de la religión institucionalizada. La religión, entendida con profundidad antropológica, es para el florecimiento y el disfrute de la persona humana, individual; no al revés, la religión no es para que el individuo se someta ante las religiones institucionalizadas tradicionales y sus jerarquías clericales anquilosadas. Así entendido, para mí fue muy fácil la decisión de mandar a la religión organizada al carajo, por muchas buenas razones, entre ellas, porque esa jerarquía clerical usurpa con facilidad, por ignorancia o por perversión, lo que de otra manera fuese una ayuda para que los individuos quedaran libres de las cadenas de, por ejemplo, la homofobia, la misoginia, o la xenofobia. En general, libres de todo ese miedo a lo aparentemente diferente, a lo percibido como distinto, complejo y diverso.

—¡Caracoles! ¿Cursaste también una carrera teológica en el mismo seminario que yo? Pues comprendo que los sistemas de interpretación bíblica también ofrecen soporte para perspectivas como la que mencionas, y en términos equivalentes al soporte para cualquiera de las perspectivas tradicionales. Hace un momento mencionaste que tiempo atrás platicaste sobre exégesis y hermenéutica con un obispo, ¿me podrías arrojar un poco de luz sobre tu recorrido a la fecha, cómo formaste tu perspectiva actual?

—No estudié en ningún seminario, pero a puro ímpetu de indagación he participado en muchos eventos, debates y comunidades donde los profesores de esos seminarios ofrecen generosamente sus conocimientos y sus métodos de estudio bíblico a quienes estén interesados. Acerca de mi recorrido, recuerdo que seguí fielmente lo que aquel obispo me indicó para hacer mi parte en relación a la exégesis. Mi principal motor era la idea de poder entender la opinión de Dios, aquello que fue divinamente inspirado, y que supuestamente ahora nos llega en forma del texto bíblico.

—Permíteme adivinar: la comunión con Jesucristo, en la vida congregacional de la iglesia.

—Exacto.

—Lo sé pues fue lo mismo que me enseñaron de niña en mi querida comunidad natal, la cual ha hecho un considerable esfuerzo, no sólo económico sino especialmente de apertura histórica en algunas de sus creencias, al financiar la carrera teológica de la primera mujer que envían al seminario.

—Pues, regresando a mi recorrido, te cuento resumidamente que la supuesta comunión con Jesucristo, por lo menos como la enseñan en la religión institucionalizada, resultó inconsistente con la idea de un mensaje coherente proveniente de una sola persona divina. Me explico: si tal comunión es el medio para la exégesis entonces algunos de los miembros con mayor tiempo de vida en iglesia, y mayor jerarquía, habrían sido sujetos de la acción del Espíritu Santo, pues así se explicaría el elevando nivel de exigencia que demandan de la comunidad para que obedezcan todo lo que dictan en sus sermones cotidianos. Después de varios años de observación y reflexión sobre la conducta y sobre el discurso de una variedad de estos supuestamente sujetos de exégesis por obra y gracia del Espíritu Santo, los cuales dictan creencias y exigen conductas no sólo con un elevado grado de subjetividad sino en franca contradicción, reconocí, por honestidad intelectual, que ese no era el medio hacia la exégesis.

—Sí, estoy al tanto que, probablemente más por ignorancia que por perversión, se ha abusado del método devocional de estudio bíblico, y que se ha aplicado para lo que no es. Sin mencionar que, por tanto, los resultados son muy inferiores a los de otros métodos de estudio e interpretación bíblica, como el método histórico-crítico, o también llamado criticismo alto, o alta crítica. Por favor continúa.

—De acuerdo, así que regresé, en esa época, a la alternativa que con anterioridad había escuchado: al estudio hermenéutico de la Biblia como medio para la exégesis. Me enteré de la diversidad de sistemas de interpretación bíblica y de su adecuada aplicación; de que la historiografía bíblica no ofrece bases para afirmaciones absolutistas, pues, por ejemplo, no tenemos acceso a ningún manuscrito autógrafo, es decir original, de los textos bíblicos pues se perdieron y, por tanto, no hay manera de lograr una exégesis directa a partir de las palabras originalmente pronunciadas...

—Quizá en alguna época solías imaginar, así como yo cuando niña, a Jesucristo hablando, o a Pablo o a Poncio Pilatos, y pronunciando de pie palabras en español, como en una escena de película en la cual me imaginaba a mí misma escuchando a pocos centímetros de distancia, las mismas palabras en español que leía en mi primera Biblia, que con tanto cariño me obsequió mi consejero eclesial asignado en turno, sin caer en cuenta que dichas palabras en español tan sólo son una exégesis de alguien más a partir de otro idioma que no es el que usaron para pronunciarlas por primera vez, si es que fueron pronunciadas y no sólo interpretadas y escritas al crearse el texto bíblico. Perdón, continúa.

—Sí, veo que compartimos esa misma vívida imaginación infantil y juvenil. Continúo. Pues así supe que para traducir de un idioma a otro es necesario primero hacer exégesis, es decir hacer una interpretación del significado, para luego poner ese significado en palabras de otro idioma. Por tanto, supe de la larga cadena de exégesis que hay desde la lectura de mi Biblia actual, escrita en español contemporáneo, pasando por toda la historiografía bíblica, por siglos y siglos de ambientes culturales y lingüísticos diversos, hasta la primera exégesis, inalcanzable para nosotros por las razones históricas ya mencionadas, cuando alguien interpretó lo escuchado, no sé si en arameo o en otro idioma, y lo puso por primera vez en palabras del idioma del texto bíblico original, que en el caso del Nuevo Testamento posiblemente se trata del griego antiguo.

—El cual, me refiero al manuscrito original, y como ya mencionaste, nuestra época contemporánea desconoce y, por ende, no hay manera de cotejar para resolver la intrincada red de relaciones entre las discrepantes copias existentes. Pero ¿cómo fue que esto te llevó a concluir en contra de la creencia de un solo Dios como persona coherente?

—Yo no dije eso, permíteme aclararlo: yo dije que la creencia de la comunión con Jesucristo como medio para la exégesis es una creencia cuyas bases no la sostienen, pues si no fuese ese el caso entonces todas las exégesis, tanto las de los traductores como las de los clérigos que exigen obediencia, serían al menos fragmentos de una sola intención coherente, todas formarían en su conjunto la supuesta voluntad de Dios inspirada y revelada a la Humanidad para su salvación.

—Pero, como no hay consistencia o uniformidad entre la diversidad de exégesis, y es evidente que lo menos que hay en las religiones abrahámicas, desde la antigüedad, es uniformidad exegética, entonces no se puede afirmar que hay un solo mensaje coherente que se pueda decretar como “la voluntad divina”, ¿cierto? Pues estoy muy al tanto del grado de validez y de soporte para tal conclusión. Es una de las perspectivas que estudié en el seminario, y durante varios semestres, empezando con mis clases sobre crítica textual.

—Con eso justamente iba a concluir el breve relato de mi recorrido a la fecha. Agregaría que ejercer la hermenéutica y la exégesis es algo común para el desarrollo cultural, no sólo en el ámbito teológico sino también en el ámbito filosófico y otros.

–Claro, de hecho, aparte de la práctica constante de la hermenéutica o interpretación bíblica, también se practica la hermenéutica filosófica, la hermenéutica jurídica, etcétera. Vaya, que hacer exégesis, o llegar al significado de un texto, debe ser para lo que cualquier persona que se cultive a sí misma debe prepararse con esmero.

—Precisamente, de ahí que actualmente estoy preparándome en los requisitos para ejercer con esmero la hermenéutica. Recuerdo mi primera incursión en el tema, me quedó muy claro que para abrirme paso en la hermenéutica necesitaba primero muy buenas bases en otros campos, pues son como antecedentes indispensables; por ejemplo, el ejercicio filosófico amplio, balanceado, y profundo.

—Muy bien, muchas gracias por esta agradable conversación, creo que reflexionar al respecto de todo esto me ayudará con mi dilema ético.

—El placer ha sido todo mío. Parece que podremos, si gustas, seguir platicando sobre otros temas relacionados, como por ejemplo sobre el futuro de la religión...