Saturday, May 30, 2015

Un joven menso

En retrospectiva, en el tema de los cristianismos organizados e institucionales en los que he tenido experiencia, con frecuencia me pregunto cómo fui tan menso por tantos años como para rendir tanta de mi atención y de mi tiempo a los pies de unos cuantos así mismos llamados “líderes” que resultaron ser igual de analfabetos que yo, precisamente, en la historia universal de los cristianismos.

Mis experiencias en sectas cristianas empezaron en la infancia, en una secta católica franciscana. Luego en otras sectas protestantes al inicio de la adolescencia. Después, al final de la adolescencia, en sectarismos derivados históricamente desde 1827 de aquel inicial “movimiento de restauración” de los “Discípulos de Cristo” de Alexander Campbell.

A veces, ser un joven es sinónimo de ser un menso, falto de entendimiento y de experiencia. Un joven así suele ser muy impresionable y con relativa facilidad llevado a creer y actuar de determinada manera. Pocos jóvenes podrían tomar conciencia del cauce al que son conducidos por su propia cultura alrededor pues para lograrlo tendrían primero que alcanzar un doctorado en sociología. Para muchos jóvenes no hay otra opción más que sumergirse de manera inconsciente en las fuertes corrientes de la cultura local donde uno permanece como un pez inconsciente del agua a su alrededor.

La situación no es exclusiva de las religiones institucionales, también se puede observar en política, educación, economía, y otros sectarismos derivados del intento de dividir la vida en compartimentos y tropezar al aceptar que esa división es real y no sólo un mecanismo intelectual provisorio.

El desarrollo de la conciencia individual, la auto-conciencia, también conlleva otro imperativo, otra situación ante la cual no hay escapatoria, y es la necesidad del durísimo trabajo del así llamado «pensamiento de orden superior», compuesto por el pensamiento crítico, el pensamiento creativo y el pensamiento socialmente solidario.

Para intentar no ser tan menso hay que empezar por no perder el tiempo, ¡hay mucho por indagar y explorar sobre la totalidad de la realidad!

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